Las 20:30 de un viernes cualquiera en el castillo Chantilly en Francia, la fecha elegida para el emblemático desfile Cruise 2019 de Dior, todos estaban expectantes, y esta vez la lluvia se hizo un hueco dentro del espectáculo. En lo que asemejaba un moderno retablo que esta semicubierto por tiras y que recordaba a los antiguos circos franceses, en este desfile Maria Grazia Chiuri comentó que quería centrarse en esos tintes franceses que representan la marca, en esa elegancia parisina que caracterizaba las lineas de Dior, la elección del Castillo no es casual, este castillo de 1882 ha inspirado nÚmeros diseños de numerosos diseñadores creativos que han pasado por la Maison du Fleurs, desde Christian Dior hasta Yves Saint Laurent pasando por Marc Bohan.
El desfile comienza con unas amazonas montadas en caballos que atisbaba la temática del desfile, la lluvia dejaba entrever los primeros looks que pudimos ver en el desfile. Un New look reinventado en chaquetas muy masculinas, looks neutros en colores que recuerdan al mundo ecuestre. Plisados de ensueño y chaquetas masculinas que marcan la figura y generan equilibrio en las piernas con faldas de gran volumen y con gran movimiento.
Pudimos ver también numerosos vestidos con bordados de ensueño que marcaban la cintura con un maxi-cinturón que se convirtió en el gran protagonista de todos los looks que le acompañaban. En su versión en negro más elegante y en una versión más colorida con un toque moderno, su estructura y su cierre es mágica, recordando a los cinturones ecuestres de la Época. Lo pudimos ver más en detalle en blanco y negro con un estampado similar al colorido y que recordaba las formas de la temática de la hípica. Todo eran tintes a la época de caballos, retablos del Siglo XIX en Francia. Pero no solo Francia estaba presente, el toque de color era una clara inspiración de algo que confirmó Maria Chiuri en sus declaraciones tras el final del desfile: “es una oda a México, a la energía y las vibraciones del país así como del trato y la unión que nos lleva a este país”, ya que antiguamente latino-america era uno de los principales fuentes de recursos en el Siglo XIX para comercializar desde Europa. Nos encanta porque siempre hay una fuerte base teórica que conceptualiza el desfile, y se ve si uno se fija un poco, que a Maria le gusta romper con las normas preestablecidas ya no solo desde la transgresión de la forma de vestir, sino del mix entre culturas para generar una colección que sin duda no os dejará indiferente.
Por otro lado pudimos ver trajes masculinos que compensaban en equilibrio con tejidos y vestidos vaporosos. trajes de chaqueta y pantalón de pinzas, muy masculino, la mitad del desfile era una clara intención de transgresión de género, una vez más Maria nos ha dejado su intención en el patrón “la ropa no tiene género” declaraba minutos después del final del desfile.
Las combinaciones y la composición de los looks fue totalmente acertada, el maxicinturón, las zapatillas y las botas camperas fueron los claros complementos de la colección que se mezclaban con prendas más masculinas o vestidos vaporosos con estampados con motivos de animales y arboledas que recordaban al lejano oeste, y esa tematica de rodeo que quiso dar reinventando el clásico estampado de la epoca con unos tintes contemporáneos muy bien marcados. Sombreros muy masculinos y cascos literalmente ecuestres protegían de la lluvia a las modelos.
El negro fue el claro protagonista de la colección pero nunca se encontraba del todo solo, la meza de texturas, plisados y la introducción del color estrategicamente nos evocaba a una época francesa que ha sabido plasmar muy bien en esta colección.
Fue curioso encontrarse con faldas del “can-can francés” de la época, nos resulto curioso porque nos demostró la clarísima investigación previa que tuvo que hacer Maria para realizar la colección ella estudio el clásico vestido “chantilly” que da nombre a un diseño de Marc Bohan, Yves Saint Laurent o el mismísimo Christian Dior se vieron inspirados por este precioso castillo; por otro lado, las indumentarias que hombres y mujeres vestían en el Castillo, que principalmente estaba orientado al cuidado y disfrute de caballos. Uno de los grandes lujos de la época.
Por lo tanto Maria, quiso mostrar esa parte oculta de
Pudimos ver el savoir-faire de Dior en el trato con los encajes que se superponen u ocultan en función del vestido, el trato de la tela es sublime recordando al encaje que se realizaba en la época en la que se inspira la gran diseñadora que dirige la marca
Las faldas can-can han sido desde hace años motivos de inspiración, pero la falda francesa reinventada por Maria es todo un aluvión de magia, vaporosos, con maxivolantes super puestos tejidos una a uno generando una superposición de tejidos que solo la magia del patronaje de Dior podría conseguir, nos llevo a la época donde los caballos campaban a sus anchas por el castillo de Chantilly, nos hizo soñar con vestidos de palabra honor, manga francesa con transparencia elegante a pesar de lo explícito que eran, nos encanto.
Solo tengo una cuestión que alegar a este desfile. ¿Soy la única que le pareció todavía más mágico con la lluvia como protagonista?
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DIOR RESORT 2019.